UN 16 DE ABRIL DESPOJARON A LOS POBLADORES DE COATLINCHA

Posted by . on viernes, abril 10, 2009 2

RECUERDO DEL NUEVO TLALOC EN COATLINCHÁN

*Pobladores aún insatisfechos por copia del monolito en la Plaza texcocana
*La riqueza y el tesoro en manos de particulares
José Luis Garay Islas
Ante el robo –según pobladores- que el gobierno les hizo en 1964, se sienten aún insatisfechos, pues el monolito del dios de la lluvia y el trueno que el gobierno municipal construyó en la Plaza Central de Coatlinchán, coinciden que no es suficiente, Adolfo López Mateos prometió un museo de sitio, y todavía lo siguen esperando, nadie tiene el interés de recopilar el tesoro y la riqueza prehispánica de la región.
En una charla con moradores de Coatlinchán, los cuales tienen en promedio 65/70 años, explican que fue sacado de la comunidad el 16 de abril del año de 1964 y trasladado a la Ciudad de México. Ese día los pobladores lloraron el despojo que sufrieron de las autoridades federales. Las mujeres adultas, los niños y todo el pueblo lloró y suplicó que no se llevaran al monolito, sin embargo el 16 de abril se consumaron los hechos, a pesar que era del pueblo.
La historia prehispánica, destaca que el Dios de la Lluvia, el monolito fue elaborado dentro del período de los siglos IV y VI DC. Es considerada la escultura más grande de América, con un peso de 165 toneladas y siete metros de altura, por lo cual atrajo la mirada de los pobladores de la región y de investigadores. Fue a inicios del siglo XX cuando Leopoldo Batres al realizar una expedición lo reveló como Tláloc, Dios de la Lluvia y el Trueno.
De acuerdo al pintor José María Velasco 1840-1912 y el profesor de botánica y zoología Jesús Sánchez, fueron los primeros que hablaron de él y lo identificaron con la diosa Chalchiuhtlicue, después de esto, algún tiempo permaneció semi sepultado en la barranca de Santa Clara, tal es que en 1903, Leopoldo Batres lo descubrió, testificando que se trataba del Dios Tláloc.
Hay que recordar, que el monolito –reiteran- se lo llevaron el 16 de abril de 1964, fecha donde los pobladores hacen memoria por la tormenta que cayó, conjuntamente con la inundación producida por las fracturas del sistema de aguas residuales de Coatlinchán debido al peso –claro- del monolito al pasar por las calles cuando era transportado rumbo a la capital del país.
De ahí se desprendió el comentario de uno de los lugareños “ya ven como sí es el Dios del Agua”, coincidencia o no. Tláloc era la deidad de la lluvia, cuyo nombre provenía del náhuatl Tlaloctli “néctar de la tierra” o Tlalli “tierra” y octli vino o licor “vino de la tierra” o sea “la Lluvia que bebe la tierra”.
Este era considerado el dios mesoamericano del agua y la agricultura. Conocido como el Tláloc de Coatlinchán, ahí fue descubierto el monolito de 175 toneladas de peso, sin embargo en el mundo prehispánico existía una dualidad con diosa Chalchiuhtlicue, quien representaba a la pareja de Tláloc.
Posiblemente a la entrada del Museo de antropología en Chapultepec. Este es el dios de los mantenimientos necesario para la vida del hombre que habita en el paraíso terrenal.La historia comenzó a 33.5 kilómetros de la Ciudad de México, en San Miguel Coatlinchán (del náhuatl) Cóattl serpiente in prefijo posesivo chantli hogar “la casa de las serpientes”. Para la comunidad de Coatlinchán la historia comienza desde sus abuelos, quienes convivían familiarmente inmersos en leyendas alrededor de la cañada del agua.
Es importante tener presente, que la iglesia del siglo XVI, era el principal punto de reunión donde los miembros de la comunidad comentan nostálgicos las leyendas que contaban los tatarabuelos de los abuelos.
Y como “nuestros antepasados, celosos de su religión, llevaron al Tláloc a esconder en el monte cuando la llegada de los españoles, quienes destruían todo lo relacionado con la vieja cultura”. Aunque pesaba mucho, “para ellos no había imposible, pues eran de una raza muy fuerte. Lo enterraron completamente, pero al paso de los años, la gente que iba al monte empezó a descubrirla, cuando rascaron hasta que quedó a flote”.
En aquella época conducían a la “gente de razón” a caballo o a pie por el camino del lugar donde estaba la piedra de los Tecomates llamada así “por tener huecos en forma de jícaras a la mitad de la panza” que se llenaban en la temporada de lluvia “aguas que decían los pobladores tenían algunos poderes curativos”. Sí estos huecos se encontraban húmedos, sin que fuera temporada de lluvia era signo que pronto habría lluvia.
Entonces el pueblo era más fértil, las montañas estaban repletas de árboles, la gente recogía leña del bosque para hacer carbón y visitaba al señor de Los Tecomates.
Los campesinos entre marzo y abril ponían maíz en las jícaras como petición para las cosechas. Los fines de semana se realizaban excursiones escolares, los jóvenes organizaban fiestas, las familias convivían bañándose en el riachuelo cercano al Tláloc.
El día de Santa Cruz pasaban a visitarlo, cuando cambiaban la cruz que se encontraba arriba de la Cañada. También algunos fuereños, curiosos y turistas visitaban la piedra de los Tecomates, así que los pobladores aprovechaban para contarles historias, venderles alimentos o pequeñas figuras prehispánicas que encontraban al trabajar sus tierras, pues “en ese entonces la gente era pobre y con ese dinero podían vivir mejor”.
En los últimos meses del 63 empezaron a correr los rumores entre los pobladores que sacarían al Tláloc de la cañada para llevarlo al distrito Federal y la versión se empezó a confirmar cuando llegó la maquinaria.
Los vecinos incrédulos observaban las maniobras, de los operadores de las grúas especiales para mover las 165 toneladas del monolito y hacer los preparativos para el traslado. Y aunque el pueblo se levantó no pudo hacer nada ante la custodia del ejército.
La noche anterior al traslado del Tláloc, los pobladores tocaron toda la noche la campana de la iglesia, el llamado era para destruir los vehículos y cerrar los accesos a la población, y sólo podían transitar la gente de San Miguel. La gente intentó distintas acciones, sin embargo el ejército llegó y tomo el pueblo para resguardar la salida del Tláloc.
Las autoridades federales para paliar la inconformidad del saqueo construyeron una escuela y un centro de salud, pero además prometieron construir una réplica de la deidad, promesa que nunca se cumplió.
La población de Coatlinchán era gente humilde que se le quitó la única riqueza que tenían y que los hacía sentirse menos pobres, ya que consideraban “a la escultura de ellos”.
El monolito del dios de la lluvia y el trueno fue sacado del poblado el 16 de abril del año de 1964 y trasladado a la Ciudad de México. Ese día los pobladores lloraron el despojo que sufrieron de las autoridades federales. Las mujeres adultas, los niños y todo el pueblo lloró y suplicó que no se llevaran al monolito, sin embargo el 16 de abril se consumaron los hechos, a pesar que era del pueblo.
Luego del saqueo los pobladores sabían que el pueblo famoso de Coatlinchán se había perdido y que los turistas ya no vendrían más, el pueblo estaba desolado y sin esperanza.
Se conoce que desde el gobierno de Porfirio Díaz se intentó trasladar por ferrocarril al dios Tláloc, pero por las dificultades que representaba sacar al Tláloc de la cañada donde permaneció durante siglos se abandonó la idea.
Sin embargo seis décadas después se perpetró el despojo a la comunidad, sin importar el sentir de ésta.
Aquel 16 de abril del año 1964 la desesperanza se apoderó del poblado de San Miguel Coatlinchán cuando se lo llevaron en un trailer de 32 ruedas al Distrito Federal, un sentido de culpa se apoderó de los habitantes por haber dejado que se llevarán a Tláloc.
Poco sirvió a los pobladores oponerse, a pesar de contar con el apoyo de poblaciones aledañas, de cualquier manera se llevaron al monolito en un pesado camión.Era períodos de asentamiento de la clase política mexicana; tiempos de sometimiento, imposiciones y represión. Y el ejército nacional entró para respaldar las acciones para trasladar el Tláloc a la Ciudad de México.
El gobierno federal sometió a la población y le propuso a las autoridades del pueblo crear un museo de sitio para resguardar las piezas que aparecían en la zona donde se asentó y desarrollo la cultura Acolhua, una de las principales sociedades de Meso América.Los pobladores sólo se quedaron con promesas e impotencia al ver como la milicia cercó la carretera para que salieran los vehículos que trasportaban a la “piedra de los Tecomates”. Aunque muchos habitantes no aceptaron y no pudieron hacer nada más que correr detrás de los camiones, sin embargo sólo para observar como desaparecía a la distancia.
Luego volvieron a su pueblo sin aliento y sintiéndose desprotegidos por que les habían quitado a su deidad la que cubría de esperanza a San Miguel Coatlinchán. Falta mucho para recuperar las promesas que un gobierno federal prometió.
A partir de esa fecha, los pobladores dicen que dejó de llover y el campo también dejó de producir, toda esa lluvia se fue a México y las versiones que corrían era que como castigo se empezaron a inundar las calles.
Tras quedar el poblado sin la protección del Tláloc, los jóvenes decidieron partir a buscar mejor suerte al país del norte, sin embargo a partir del 2005 la esperanza regresa a la comunidad y las calles han dejado de sentirse vacías.
Los habitantes temían que su cultura fuera exterminada, luego de que se llevaron al Tláloc, al paso del tiempo se han presentado otros factores que tienden a desmoronar las raíces de está cultura; como la pretensión de construir el aeropuerto alterno a la Ciudad de México. A cambio de la deidad se pretendió “construir un museo para albergar las piezas que hay por aquí, y nada. Incluso hubo un proyecto para realizar un centro ceremonial en este lugar, pero también fue olvidado".
Sin embargo, con la construcción de la réplica del dios de la lluvia que autoriza y lleva a cabo el gobierno municipal de Texcoco, estos temores tienden a desaparecer y a fortalecer los lazos de identidad de la comunidad que busca resurgir y llegar a tener el esplendor que una vez tuvo.
Aunque, el crecimiento de la población ha provocado que grandes extensiones de las áreas verdes hayan desaparecido y ya sólo es un recuerdo que en la zona había una montaña cubierta de vegetación y árboles que han desaparecido al paso de los taladores.En la actualidad la gente sólo conoce de leyendas, como aquella de la cañada de Santa Clara, donde yacía el monolito, donde corría tanta agua que era una de las principales fuentes de abastecimiento del lago de Texcoco.
Los domingos, familias enteras se congregaban alrededor del dios de la lluvia, para pasar un rato de diversión, donde los campesinos acudían para pedir por sus cosechas. Mucha gente que ha llegado a la comunidad ya no entiende el pasado prehispánico de Coatlinchán, y que el dios era una fuente de ingresos para la población, con la reproducción del dios de "la lluvia y el trueno” ahora se busca devolver de alguna manera ese pasado a la localidad.
Buscar que San Miguel Coatlinchán vuelva a recuperar, a dos años del nuevo Tláloc en la Plaza Central, ese atractivo para que los turistas lo visiten, los pobladores cuenten con fuentes de empleo con la venta de alimentos y artesanías propias de la zona.
Además, con la construcción del duplicado del Tláloc y el cambio de imagen del centro de la comunidad, se pretende fortalecer la identidad de sus raíces que se ha desvanecido al paso del tiempo y que los pobladores sientan que esa localidad es una de las más importantes de la entidad y del país.
Dado que son poseedores y herederos de gran tradición, riqueza cultural e histórica que pocos lugares tienen. Pero asimismo que al regresar Tláloc están amparados por él. En San Miguel Coatlinchán desde que se llevaron al dios de la lluvia rondaban los recuerdos, pero estos se avivan con la esperanza que despertó entre los pobladores el regreso de Tláloc, “aunque sea en una reproducción”.
El pueblo de Coatlinchán tuvo que esperar 43 años para ver regresar a su dios Tláloc aunque ahora sea en una réplica.
Aunque en réplica, el ayuntamiento de Texcoco y autoridades auxiliares, fueron quienes se interesaron en devolver esa mística, el dios a Coatlinchán, esto a los 43 años, pero regresó a la comunidad, dado que el gobierno federal del entonces presidente de la República Adolfo López Mateos nunca cumplió y menos el siguiente gobierno, el de Gustavo Díaz Ordaz.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

good points and the details are more precise than elsewhere, thanks.

- Murk

Anónimo dijo...

QUE LAMENTABLE QUE LAS AUTORIDADES NO PONGAN INTERES EN ESTE RUBRO DE LA CULTURA HISTÓRICA, HABER QUE HACE ERUVIEL

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