2 DE JULIO NO SE OLVIDARÁ

Posted by . on martes, julio 02, 2013 0

El 2 de julio ¡no se olvida!

Con ningún otro candidato el priismo hubiera recuperado la Presidencia de la República, la mayoría de las gubernaturas que se disputaron y el control de “la minoría” más grande en el Congreso de la Unión.
El grupo “pensante” que rodea, asesora o apoya al hoy presidente Peña Nieto tiene, a 12 meses de haber obtenido el triunfo electoral, la gran oportunidad de hacer un balance, un análisis, a conciencia, del estado de resultados de este periodo.

Aunque el gobierno priista de Peña Nieto asumió la presidencia hasta el 1 de diciembre, hace ya 7 largos meses, para los mexicanos su confianza y su esperanza quedó depositada en él desde el momento mismo en que se logró el triunfo en las urnas. Su pensamiento, sus sentimientos y su acción quedaron en el proyecto de responder asertivamente al país todo, porque se convirtió en el mandatario de todos los mexicanos.
Es ciertamente poco tiempo para calificar una administración, pero quienes son cercanos al presidente saben que el tiempo vuela y que lo que se veía a la distancia, ya pasó.
Lo primero que podría reflexionarse es que el cansancio de los mexicanos se trasladó a las urnas. Esa (como dice la definición) falta de fuerzas que resulta de haberse fatigado por la incapacidad, el abuso, la ceguera y las innumerables equivocaciones del gobierno del panista Felipe Calderón Hinojosa y de su antecesor, Vicente Fox Quesada.

“El cansancio es la falta de fuerzas después de realizar un esfuerzo físico, intelectual o emocional, o por la falta de descanso.
Pero puede ser una enfermedad, sino hay una actividad previa que lo justifique”.
En primer lugar lo que llevó a los mexicanos a votar por el PRI fue el hastío, ese disgusto, tedio y desilusión.
Peña Nieto, con su frescura juvenil y una pulcra construcción de su imagen, encarnó la esperanza y confianza de que ocurrirá o se logrará lo que se desea y neutralizó o dio cauce a la desesperación de un sexenio de muerte y desesperanza.
La desilusión busca su cauce y la que produjo el panismo en la docena de años de mal gobierno hizo que el pueblo le entregara el poder a Enrique Peña Nieto, con su carisma y promesas de cambio.

Balance, inventario de lo bueno realizado, pero también reconocimiento y aceptación real de fallas, omisiones, equivocaciones porque el pueblo, que no se equivoca, es un juez justo, tolerante, comprensivo pero que espera y exige resultados.
Cada uno de los programas prioritarios y las promesas de campaña del candidato Peña Nieto deben ser confrontadas con objetividad y, sí deben hacerse cambios, es ya el momento de realizarlos, porque día perdido en un sexenio no regresa nunca.

Eso lo sabe bien el equipo de gobierno que trabajó cerca de Peña Nieto en el Estado de México, quienes saben que la lealtad está en el trabajo, el compromiso, los resultados y no en el sentimentalismo, el compadrazgo o el amiguismo. No tengo amigos, dijo claro el presidente y los miembros del gobierno tienen presente esa advertencia, que no amenaza.
A un año del triunfo y la recuperación de la presidencia para el PRI no puede festejarse el éxito ni la tarea acabada. Pasó tiempo y ese no regresa y solo el balance puede decir si se avanza, sin cuentas alegres, o se está peor.