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Concurso "Yo sí canto", busca voces nuevas y mejores
Redacción 

El concurso Yo Sí canto, luego de recorrer 26 ciudades y de llevar a 30 nuevos cantantes a la gran Final Nacional en sus ediciones 2018 y 2019, este año llegará a todos los estados del país para descubrir a los nuevos talentos mexicanos.
En esta nueva etapa, Yo Sí Canto está dedicado a encontrar al mejor cantante de la música regional mexicana y coronarlo como el ganador de este concurso que busca consolidarse como una catapulta para nuevos talentos al brindarles todas las herramientas que los lleven a destacar en la escena musical. 
El ganador del concierto local y todas las voces destacadas reciben asesoramiento vocal y de imagen de la mano de expertos, así como un "book" fotográfico y la promoción de sus carreras por seis meses, además de pasar a la Gran Final en la que competirán los mejores para obtener la grabación de un EP y la promoción del mismo por un año, a lo que se suma un incentivo económico simbólico de 15 mil pesos. 
De esta manera, Yo Sí Canto se convierte en una plataforma que marca un precedente en las carreras de quienes se convertirán en éxitos cantantes nacionales. 
En lo que va del año, el equipo reclutador de Yo Sí canto ha visitado en busca de las mejores voces mexicanas: Chilpancingo, Guerrero; La Piedad, Michoacán; Salamanca, Guanajuato; Pachuca, Hidalgo y Cuautla, Morelos, así como San Luis Potosí y Guadalajara, entre otros estados.  
Creado como un proyecto que busca apoyar a los nuevos talentos; Yo sí canto desde hace dos años se ha convertido en una plataforma que ayuda a los artistas mexicanos a desarrollar su talento y a obtener un lugar en la escena musical actual.  
Entre sus ganadores se encuentran cantantes con un futuro prometedor, cuyas carreras están en acenso, tal es el caso de Enero de Guanajuato y Marco III de Guadalajara.

Concurso “Yo sí canto”, busca voces nuevas y mejores

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Concurso "Yo sí canto", busca voces nuevas y mejores
Redacción 

El concurso Yo Sí canto, luego de recorrer 26 ciudades y de llevar a 30 nuevos cantantes a la gran Final Nacional en sus ediciones 2018 y 2019, este año llegará a todos los estados del país para descubrir a los nuevos talentos mexicanos.
En esta nueva etapa, Yo Sí Canto está dedicado a encontrar al mejor cantante de la música regional mexicana y coronarlo como el ganador de este concurso que busca consolidarse como una catapulta para nuevos talentos al brindarles todas las herramientas que los lleven a destacar en la escena musical. 
El ganador del concierto local y todas las voces destacadas reciben asesoramiento vocal y de imagen de la mano de expertos, así como un "book" fotográfico y la promoción de sus carreras por seis meses, además de pasar a la Gran Final en la que competirán los mejores para obtener la grabación de un EP y la promoción del mismo por un año, a lo que se suma un incentivo económico simbólico de 15 mil pesos. 
De esta manera, Yo Sí Canto se convierte en una plataforma que marca un precedente en las carreras de quienes se convertirán en éxitos cantantes nacionales. 
En lo que va del año, el equipo reclutador de Yo Sí canto ha visitado en busca de las mejores voces mexicanas: Chilpancingo, Guerrero; La Piedad, Michoacán; Salamanca, Guanajuato; Pachuca, Hidalgo y Cuautla, Morelos, así como San Luis Potosí y Guadalajara, entre otros estados.  
Creado como un proyecto que busca apoyar a los nuevos talentos; Yo sí canto desde hace dos años se ha convertido en una plataforma que ayuda a los artistas mexicanos a desarrollar su talento y a obtener un lugar en la escena musical actual.  
Entre sus ganadores se encuentran cantantes con un futuro prometedor, cuyas carreras están en acenso, tal es el caso de Enero de Guanajuato y Marco III de Guadalajara.

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AMLO obtuvo en su cena con 
empresarios 1,500 millones para su rifa
*"Estoy muy contento, les agradezco mucho"
Lino Calderón 

Andrés Manuel López Obrador, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos en reunión con empresarios en el Salón Tesorería de Palacio Nacional. La cena fue convocada para invitarlos a comprar 4 millones de cachitos, de los 6 millones que componen la serie, en el que se sorteará el avión presidencial. 
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, informó hoy en su conferencia matutina, que en la cena de ayer con empresarios logró el compromiso para la compra y distribución de 3 millones de boletos para la rifa del avión presidencial, por lo que se dijo contento.
"Todos expresaron su apoyo, sin que tomaran la palabra hubo una manifestación de respaldo a la decisión que se tomó de rifar el avión presidencial, les tengo que agradecer mucho a los empresarios, es un reconocimiento muy especial, primero porque asistieron, tomaron en cuenta la invitación , no hubo desaires, los convocamos y participaron", expresó.
López Obrador indicó que a los integrantes de la iniciativa privada se les expuso el motivo de la rifa, que es comprar equipos médicos para hospitales, en lo que "ellos estuvieron totalmente de acuerdo", e indicó que en el encuentro se abordó el tema de la austeridad que se vive al interior del gobierno que él encabeza.
"Se les hizo una exposición del porqué se toma la decisión de rifar el avión presidencial o la cantidad de dinero que significa ese avión, el valor de ese avión , les explicamos de que con el dinero que se obtenga de la rifa, se van a comprar equipos médicos para hospitales y ellos estuvieron totalmente de acuerdo", dijo el mandatario mexicano.
Fuimos al fondo, agregó López Obrador, sin querer insistir mucho en él porque se compró el avión, partiendo de que son otros tiempos, se habló de que los servidores públicos tenemos que vivir en la austeridad.
"Ayer ya obtuvimos compromisos de dispersión, compra de boletos, por la mitad de tres mil millones, es decir ayer hubieron compromisos de mil 500 millones, de 75 empresarios, un poco más de tres millones de boletos", reveló el mandatario federal.
López Obrador, se reunió con empresarios para acordar los detalles de la venta de boletos para la rifa del avión presidencial. Los más de 100 hombres de negocios más importantes del país comprarán alrededor de 4 millones de boletos para apoyar con la rifa.
Los empresarios adquirirán una cifra determinada de boletos con el fin de distribuirlos entre sus empleados y en centros comerciales. Entre los asistentes destacan Carlos Bremer, Asunción Aramburuzabala, Carlos Slim, Emilio Azcárraga, Bosco de la Vega y Miguel Rincón. Durante la cena se entregó una carta compromiso en la cual se vinculaban a invertir como mínimo 20 millones de pesos para la adquisición de boletos.
La cena fue en Palacio Nacional y concluyó las 21:00 horas y en menú incluyó tamales de chipilín y chocolate. También fueron invitados los "niños gritones" de la Lotería Nacional. Las ganancias generadas por la rifa serán invertidas en hospitales y en equipo médico para los servicios de salud públicos.
La aeronave fue adquirida durante el sexenio del ex presidente Felipe Calderón y usado por su sucesor, Enrique Peña Nieto; fue comprado para sustituir el avión "Presidente Juárez", comprado por Miguel de la Madrid en el año 1988 y que realizó alrededor de 2,662 vuelos, entre ellos 953 nacionales.
La compra fue concretada por el Banco Nacional de Obras Públicas (Banobras) el cual acordó el pago con un 42. 7% de descuento debido a que este tipo de aviones todavía no era probado en usos constantes y fue comprado en un precio aproximado de USD 200 millones.
El avión presidencial, nombrado como el héroe independentista José María Morelos y Pavón fue fabricado por la empresa Boeing. El modelo Dreamliner 787 fue solicitado en el año 2011 y el plan de pagos fue a 15 años para cubrir la cantidad total de 6 mil 983 millones de pesos mexicanos. Sin embargo, apenas se han pagado alrededor de 796.4 millones de pesos aproximadamente.

AMLO obtuvo en su cena con empresarios 1,500 millones para su rifa

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AMLO obtuvo en su cena con 
empresarios 1,500 millones para su rifa
*"Estoy muy contento, les agradezco mucho"
Lino Calderón 

Andrés Manuel López Obrador, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos en reunión con empresarios en el Salón Tesorería de Palacio Nacional. La cena fue convocada para invitarlos a comprar 4 millones de cachitos, de los 6 millones que componen la serie, en el que se sorteará el avión presidencial. 
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, informó hoy en su conferencia matutina, que en la cena de ayer con empresarios logró el compromiso para la compra y distribución de 3 millones de boletos para la rifa del avión presidencial, por lo que se dijo contento.
"Todos expresaron su apoyo, sin que tomaran la palabra hubo una manifestación de respaldo a la decisión que se tomó de rifar el avión presidencial, les tengo que agradecer mucho a los empresarios, es un reconocimiento muy especial, primero porque asistieron, tomaron en cuenta la invitación , no hubo desaires, los convocamos y participaron", expresó.
López Obrador indicó que a los integrantes de la iniciativa privada se les expuso el motivo de la rifa, que es comprar equipos médicos para hospitales, en lo que "ellos estuvieron totalmente de acuerdo", e indicó que en el encuentro se abordó el tema de la austeridad que se vive al interior del gobierno que él encabeza.
"Se les hizo una exposición del porqué se toma la decisión de rifar el avión presidencial o la cantidad de dinero que significa ese avión, el valor de ese avión , les explicamos de que con el dinero que se obtenga de la rifa, se van a comprar equipos médicos para hospitales y ellos estuvieron totalmente de acuerdo", dijo el mandatario mexicano.
Fuimos al fondo, agregó López Obrador, sin querer insistir mucho en él porque se compró el avión, partiendo de que son otros tiempos, se habló de que los servidores públicos tenemos que vivir en la austeridad.
"Ayer ya obtuvimos compromisos de dispersión, compra de boletos, por la mitad de tres mil millones, es decir ayer hubieron compromisos de mil 500 millones, de 75 empresarios, un poco más de tres millones de boletos", reveló el mandatario federal.
López Obrador, se reunió con empresarios para acordar los detalles de la venta de boletos para la rifa del avión presidencial. Los más de 100 hombres de negocios más importantes del país comprarán alrededor de 4 millones de boletos para apoyar con la rifa.
Los empresarios adquirirán una cifra determinada de boletos con el fin de distribuirlos entre sus empleados y en centros comerciales. Entre los asistentes destacan Carlos Bremer, Asunción Aramburuzabala, Carlos Slim, Emilio Azcárraga, Bosco de la Vega y Miguel Rincón. Durante la cena se entregó una carta compromiso en la cual se vinculaban a invertir como mínimo 20 millones de pesos para la adquisición de boletos.
La cena fue en Palacio Nacional y concluyó las 21:00 horas y en menú incluyó tamales de chipilín y chocolate. También fueron invitados los "niños gritones" de la Lotería Nacional. Las ganancias generadas por la rifa serán invertidas en hospitales y en equipo médico para los servicios de salud públicos.
La aeronave fue adquirida durante el sexenio del ex presidente Felipe Calderón y usado por su sucesor, Enrique Peña Nieto; fue comprado para sustituir el avión "Presidente Juárez", comprado por Miguel de la Madrid en el año 1988 y que realizó alrededor de 2,662 vuelos, entre ellos 953 nacionales.
La compra fue concretada por el Banco Nacional de Obras Públicas (Banobras) el cual acordó el pago con un 42. 7% de descuento debido a que este tipo de aviones todavía no era probado en usos constantes y fue comprado en un precio aproximado de USD 200 millones.
El avión presidencial, nombrado como el héroe independentista José María Morelos y Pavón fue fabricado por la empresa Boeing. El modelo Dreamliner 787 fue solicitado en el año 2011 y el plan de pagos fue a 15 años para cubrir la cantidad total de 6 mil 983 millones de pesos mexicanos. Sin embargo, apenas se han pagado alrededor de 796.4 millones de pesos aproximadamente.

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AMLO conmemora aniversario del libro de texto gratuito
Esteban Moctezuma, dijo que en la actualidad, se distribuyen 194 millones de libros.
Lino Calderón 

AMLO conmemora aniversario del libro de texto gratuito, un 12 de febrero a cargo de Adolfo López Mateos, se tomó la decisión de entregar los textos gratuitos.
El Presidente de México, destacó desde Palacio nacional, que "fue un gran impulso a la educación pública".
López Obrador, marcó como prioridad de su gobierno la educación pública e institucionalizó la entrega de libros de texto gratuitos.
Por su parte, Esteban Moctezuma, titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), recordó, "la primera entrega de libros de texto gratuito fue de 10 millones de ejemplares, en 1966 se crearon libros en braille, en 1993 los de lenguas indígenas. A la fecha son más de 7 mil materiales educativos".
Esteban Moctezuma, dijo que en la actualidad, se distribuyen 194 millones de libros, creados por la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos.
"Los nuevos libros además de ahorrar árboles, papel, agua y recursos, contribuyen a transmitir prácticas activas de conciencia ecológica a los niños y niñas".
Se informó que se podrán consultar libros antiguos desde 1980, además de materiales para los profesores, a través de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, de forma digital.
"A los alumnos de 6to año de primaria se les dio el primer libro multianual de geografía, el cual está acompañado de un cuaderno de trabajo que podrán conservar".
Dijo el titular de la SEP, que el cuaderno de trabajo, está creado con hojas recicladas.

AMLO conmemora aniversario del libro de texto gratuito

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AMLO conmemora aniversario del libro de texto gratuito
Esteban Moctezuma, dijo que en la actualidad, se distribuyen 194 millones de libros.
Lino Calderón 

AMLO conmemora aniversario del libro de texto gratuito, un 12 de febrero a cargo de Adolfo López Mateos, se tomó la decisión de entregar los textos gratuitos.
El Presidente de México, destacó desde Palacio nacional, que "fue un gran impulso a la educación pública".
López Obrador, marcó como prioridad de su gobierno la educación pública e institucionalizó la entrega de libros de texto gratuitos.
Por su parte, Esteban Moctezuma, titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), recordó, "la primera entrega de libros de texto gratuito fue de 10 millones de ejemplares, en 1966 se crearon libros en braille, en 1993 los de lenguas indígenas. A la fecha son más de 7 mil materiales educativos".
Esteban Moctezuma, dijo que en la actualidad, se distribuyen 194 millones de libros, creados por la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos.
"Los nuevos libros además de ahorrar árboles, papel, agua y recursos, contribuyen a transmitir prácticas activas de conciencia ecológica a los niños y niñas".
Se informó que se podrán consultar libros antiguos desde 1980, además de materiales para los profesores, a través de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, de forma digital.
"A los alumnos de 6to año de primaria se les dio el primer libro multianual de geografía, el cual está acompañado de un cuaderno de trabajo que podrán conservar".
Dijo el titular de la SEP, que el cuaderno de trabajo, está creado con hojas recicladas.

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Anécdota 
Lino Calderón 
Sesenta años de los libros de texto gratuitos

Este trece de febrero de 2020, durante los trabajos de la Mañanera, del presidente Andrés Manuel López Obrador y el secretario de Educación Pública Esteban Moctezuma, presentaron a la profesora María Isabel Cárdenas Ruiz, profesora y entonces niña que fue la primera en recibir su paquete de libros de Texto Gratuitos, donde se rememoró tan importante acontecimiento de la historia reciente de la Educación en México. 
En el 2006 el gobierno de Vicente Fox, y el gobierno del estado de San Luis Potosí  rememoraron el acontecimiento en el Saucito, en la escuela Cuauhtémoc con una placa conmemorativa.     
Con esto se cumplieron seis décadas de que, en una escuelita rural de San Luis Potosí, el entonces secretario de Educación Pública, Jaime Torres Bodet, entregó los primeros libros de texto gratuitos. Mucho trabajo les había costado, a él y al equipo que eligió para acompañarlo en esa aventura, tenerlos listos para el inicio del ciclo escolar, calendario "A", de 1960: trabajaron contra reloj, a partir de una instancia jovencísima, la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos, que no cumplía aún un año de haber sido creada, cuando le mostraron al presidente Adolfo López Mateos los primeros ejemplares. Desde entonces, están en la vida escolar de los mexicanos, y por eso forman parte de los recuerdos más valiosos: los de la infancia.
De acuerdo con una importante reseña realizada por la periodista Bertha Hernández González, era el 16 de enero de 1960 cuando el secretario de Educación, Jaime Torres Bodet, entregó los primeros libros de texto en El Saucito, un poblado cercano a la ciudad de San Luis Potosí. Esta es una de las escasas fotos que circularon en aquellos días. Esto escribió entonces: 
"Por donde se les mire, son tan importantes que nadie permanece indiferente ante ellos. Si en sus páginas se detectan erratas, o una imagen pobre, o una mala hechura, o de plano errores sorprendentes, de inmediato hay reclamos airados. Que venga el Secretario. Que nos diga qué pasó, Que nos diga cómo lo va a arreglar. Y rápido. Por el contrario, si, en principio, todo está en orden, la vida escolar fluye sin discusiones, pero sí con atención que puede volverse un problema: ¿Llegaron a tiempo? ¿Están completos, no faltan? ¿Y los ejemplares en braille? ¿Y los de la niña que padece debilidad visual? ¿Cómo? ¿Esos no llegaron? Pues a reclamar, y a llamar por teléfono y a escribir correos. ¿Acaso no son uno de los grandes derechos de los niños mexicanos?", publicó en el diario Crónica de Hoy al conmemorar el 45 aniversario de este acontecimiento. 
"Esta es una apretada versión de lo que ocurre, en los primeros días de cada ciclo escolar, en cualquier escuela pública mexicana, grande o pequeña, de alguno de los tres niveles que componen al educación básica [prescolar, primaria y secundaria". 
Los protagonistas son los libros de texto gratuito, los "libros de texto", los "libros de la SEP", como se les llama familiarmente. Hace sesenta años que, sin fallar, llegan a manos de nuestros niños y jóvenes. Y si esto parece un elogio, lo es. Porque transportar 200 millones de libros, una cantidad que difícilmente se imagina un ciudadano común y corriente, no es cualquier cosa.
A fuerza de repetir el proceso un año y el que sigue también, repartir los libros de texto en todo el país es, en la actualidad, y si el diablo no mete la cola, un mecanismo bastante eficaz. Nadie tiene, en principio, la obligación de saberlo. Los libros están en la escuela, se le entregan a la niña o al niño, y eso debiera bastar. ¿O no? Pero no siempre fue así. Parecería, porque sesenta años son toda una vida. Ya hay abuelos que tuvieron libros de texto gratuitos. Y esos, los libros que de muchas formas acompañan los primeros años de los mexicanos, ya son materia de diálogo generacional.
Hay quien dice que los primeros libros de texto gratuito que se produjeron eran los mejores. Otros piensan que esos, los suyos, los que tuvieron en la primaria, independientemente de la época en la que estudiaron, son los meros buenos. Al respecto, es difícil ponerse de acuerdo. Porque, nostalgias aparte, cada generación de libros de texto gratuitos refleja un proyecto educativo y la ambición de formar buenos ciudadanos. Y en qué consistan esas épocas en cada gobierno, en cada coyuntura, ha dado lugar a pleitos encendidos, a críticas de todo tipo, a argumentos en pro y en contra del contenido de los libros, que recorren una amplia escala, con muchos matices, que van de la lucidez más serena hasta la tontería más escandalosa.
Pero eso ocurre porque los libros de texto gratuitos son importantes. De hecho, muy importantes. Son los materiales con que estudian los mexicanos más jóvenes. Y, para repetir de una vez un lugar común de esta historia, son también, los únicos libros que hay en muchos hogares de este país.
Pero todo empezó siendo un sueño. Luego, se volvió hazaña. Aparecieron en la vida pública como objetos culturales de gran relevancia, y lo siguen siendo. Un dato debería ilustrar: ni en los momentos más difíciles de la vida económica del país ha habido un secretario de Hacienda o un Presidente de la República que se atreva siquiera a pensar "este año no habrá libros".
Desde que México fue un país independiente, aparecieron numerosos proyectos educativos que aspiraban a dar materiales gratuitos a los escolares mexicanos. 
Las arcas vacías, las guerras civiles, la efervescencia política, los enfrentamientos entre diferentes proyectos de país dejaron esas buenas intenciones en mero papel impreso. Los descendientes de Ignacio Ramírez, el famoso Nigromante, insisten en que su ilustre pariente, en algún momento del siglo XIX, promovió con "un gobernador" de Chihuahua libros gratuitos. Pero el libro de texto gratuito es otra cosa.
Para que funcione un proyecto público tiene que tener presupuesto, logística, alguien que lo convierta en realidad. Y, sobre todo, permanencia, certeza. Nada de que un año sí hubo para libros y al siguiente no. El México que nació de los movimientos revolucionarios hizo muchos intentos que no fructificaron. Faltaba dinero, y capacidad de operación. Hay quien recuerda libritos de lectura hechos por el gobierno de Lázaro Cárdenas. Son célebres los famosos libros verdes mandados a hacer, entre 1920 y 1921 por José Vasconcelos. Pero, o faltaba distribuirlos, o carecían de sentido pedagógico, o simplemente no alcanzaban para todos los escolares del país.
En esa primera mitad del siglo XX, el país creció. Y había ya un mercado editorial, y empresas editoras, que producían los libros de texto. Y se vendían. Y, siendo la primaria el único nivel educativo obligatorio, muchos desertaban porque no había dinero para mandarlos desayunados, o para pagar los libros necesarios, por baratos que fueran. La Secretaría de Educación Pública se limitaba, cada año, a publicar un gran desplegado, con los títulos que aprobaba, después de revisarlos, para que los alumnos los compraran. También recomendaba "libros de consulta". Pero hasta ahí. En tiempos del presidente Adolfo Ruiz Cortines, hubo un importante agarrón: los libros eran muy caros, y el gobierno federal hasta organizó un Comité Proabaratamiento de Libros de Texto, que no abarató nada. Eso sí, amenazó a los editores: o reducían los precios o el Estado tomaba por su cuenta la producción de los materiales para la educación primaria.
El secretario de Educación de Adolfo López Mateos, Jaime Torres Bodet, que llegó al edificio de la calle de Argentina, por segunda vez, a fines de 1958, traía el empeño de mejorar los planes de estudio, de mejorar las escuelas. De retomar todos los proyectos que había echado a andar en su primer paso por la SEP, los últimos tres años de la presidencia de Manuel Ávila Camacho. ¿los libros? La verdad es que no le había alcanzado ni el tiempo ni el dinero.
En 1959 las cosas fueron distintas: convenció al presidente López Mateos de que la deserción escolar se reduciría si nadie abandonaba por no tener libros en los cuales estudiar. Y eso que en el sistema político mexicano llamamos "voluntad política", hizo lo suyo, y hasta el legendario secretario de Hacienda Antonio Ortiz Mena, puso de su parte.
Pero una cosa es planear y otra muy distinta es hallar a quien pueda convertir en realidad el sueño. ¿Quién haría los libros, quién los escribiría, quién los ilustraría, dónde los imprimirían, cómo los repartirían? No la tenía sencilla Torres Bodet.
El secretario, que era un buen hombre, preguntó en varias partes, a diferentes personas. Los grandes escritores no se emocionaron con el proyecto; nadie en el gobierno tenía imprentas capaces de producir los millones de libros que pretendía el secretario. Nadie, nunca, había producido en México las toneladas de papel que se necesitaban. En suma, se comenzaba de cero.
Un caballero, escritor y periodista, le dijo a Torres Bodet que sí se podía. Que era posible. Y aún más: que, si se trabajaba todo 1959, en enero de 1960, en el inicio de clases, ya estarían entregando los libros.
Aquel caballero se llamaba Martín Luis Guzmán. Sí, el autor de La Sombra del caudillo y las Memorias de Pancho Villa. El mismo. Si Guzmán no hubiese tenido la larga experiencia de editor, librero y periodista que tenía, si no fuese entendido en cosas de tipos de papel, costos de producción, mecanismos de distribución, no hubiera podido decirle al secretario que su sueño podía convertirse en algo real.
En febrero de 1959 nacía la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos. Después de 11 meses de trabajo a un ritmo brutal, de concursos desiertos, de búsqueda de autores, de ataques en la prensa a los que Torres Bodet llamó "fuego graneado", los primeros ejemplares estuvieron listos y se entregaron en la primaria rural "Cuauhtémoc", en El Saucito, San Luis Potosí, que todavía existe. El tiraje de aquella primera oleada de libros era respetable, lo sigue siendo: 17 millones de ejemplares, en números cerrados, para alumnos de primero a cuarto año.
Esto fue solamente el principio. Desde entonces han transcurrido sesenta años no menos intensos. Por eso, ahora, lectora, lector: disfrute el puñado de imágenes, que aquí le traemos, las que vienen de los primeros libros de texto. Este viaje apenas está comenzando.


   

Anécdota/ Lino Calderón/ Sesenta años de los libros de texto gratuitos

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Anécdota 
Lino Calderón 
Sesenta años de los libros de texto gratuitos

Este trece de febrero de 2020, durante los trabajos de la Mañanera, del presidente Andrés Manuel López Obrador y el secretario de Educación Pública Esteban Moctezuma, presentaron a la profesora María Isabel Cárdenas Ruiz, profesora y entonces niña que fue la primera en recibir su paquete de libros de Texto Gratuitos, donde se rememoró tan importante acontecimiento de la historia reciente de la Educación en México. 
En el 2006 el gobierno de Vicente Fox, y el gobierno del estado de San Luis Potosí  rememoraron el acontecimiento en el Saucito, en la escuela Cuauhtémoc con una placa conmemorativa.     
Con esto se cumplieron seis décadas de que, en una escuelita rural de San Luis Potosí, el entonces secretario de Educación Pública, Jaime Torres Bodet, entregó los primeros libros de texto gratuitos. Mucho trabajo les había costado, a él y al equipo que eligió para acompañarlo en esa aventura, tenerlos listos para el inicio del ciclo escolar, calendario "A", de 1960: trabajaron contra reloj, a partir de una instancia jovencísima, la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos, que no cumplía aún un año de haber sido creada, cuando le mostraron al presidente Adolfo López Mateos los primeros ejemplares. Desde entonces, están en la vida escolar de los mexicanos, y por eso forman parte de los recuerdos más valiosos: los de la infancia.
De acuerdo con una importante reseña realizada por la periodista Bertha Hernández González, era el 16 de enero de 1960 cuando el secretario de Educación, Jaime Torres Bodet, entregó los primeros libros de texto en El Saucito, un poblado cercano a la ciudad de San Luis Potosí. Esta es una de las escasas fotos que circularon en aquellos días. Esto escribió entonces: 
"Por donde se les mire, son tan importantes que nadie permanece indiferente ante ellos. Si en sus páginas se detectan erratas, o una imagen pobre, o una mala hechura, o de plano errores sorprendentes, de inmediato hay reclamos airados. Que venga el Secretario. Que nos diga qué pasó, Que nos diga cómo lo va a arreglar. Y rápido. Por el contrario, si, en principio, todo está en orden, la vida escolar fluye sin discusiones, pero sí con atención que puede volverse un problema: ¿Llegaron a tiempo? ¿Están completos, no faltan? ¿Y los ejemplares en braille? ¿Y los de la niña que padece debilidad visual? ¿Cómo? ¿Esos no llegaron? Pues a reclamar, y a llamar por teléfono y a escribir correos. ¿Acaso no son uno de los grandes derechos de los niños mexicanos?", publicó en el diario Crónica de Hoy al conmemorar el 45 aniversario de este acontecimiento. 
"Esta es una apretada versión de lo que ocurre, en los primeros días de cada ciclo escolar, en cualquier escuela pública mexicana, grande o pequeña, de alguno de los tres niveles que componen al educación básica [prescolar, primaria y secundaria". 
Los protagonistas son los libros de texto gratuito, los "libros de texto", los "libros de la SEP", como se les llama familiarmente. Hace sesenta años que, sin fallar, llegan a manos de nuestros niños y jóvenes. Y si esto parece un elogio, lo es. Porque transportar 200 millones de libros, una cantidad que difícilmente se imagina un ciudadano común y corriente, no es cualquier cosa.
A fuerza de repetir el proceso un año y el que sigue también, repartir los libros de texto en todo el país es, en la actualidad, y si el diablo no mete la cola, un mecanismo bastante eficaz. Nadie tiene, en principio, la obligación de saberlo. Los libros están en la escuela, se le entregan a la niña o al niño, y eso debiera bastar. ¿O no? Pero no siempre fue así. Parecería, porque sesenta años son toda una vida. Ya hay abuelos que tuvieron libros de texto gratuitos. Y esos, los libros que de muchas formas acompañan los primeros años de los mexicanos, ya son materia de diálogo generacional.
Hay quien dice que los primeros libros de texto gratuito que se produjeron eran los mejores. Otros piensan que esos, los suyos, los que tuvieron en la primaria, independientemente de la época en la que estudiaron, son los meros buenos. Al respecto, es difícil ponerse de acuerdo. Porque, nostalgias aparte, cada generación de libros de texto gratuitos refleja un proyecto educativo y la ambición de formar buenos ciudadanos. Y en qué consistan esas épocas en cada gobierno, en cada coyuntura, ha dado lugar a pleitos encendidos, a críticas de todo tipo, a argumentos en pro y en contra del contenido de los libros, que recorren una amplia escala, con muchos matices, que van de la lucidez más serena hasta la tontería más escandalosa.
Pero eso ocurre porque los libros de texto gratuitos son importantes. De hecho, muy importantes. Son los materiales con que estudian los mexicanos más jóvenes. Y, para repetir de una vez un lugar común de esta historia, son también, los únicos libros que hay en muchos hogares de este país.
Pero todo empezó siendo un sueño. Luego, se volvió hazaña. Aparecieron en la vida pública como objetos culturales de gran relevancia, y lo siguen siendo. Un dato debería ilustrar: ni en los momentos más difíciles de la vida económica del país ha habido un secretario de Hacienda o un Presidente de la República que se atreva siquiera a pensar "este año no habrá libros".
Desde que México fue un país independiente, aparecieron numerosos proyectos educativos que aspiraban a dar materiales gratuitos a los escolares mexicanos. 
Las arcas vacías, las guerras civiles, la efervescencia política, los enfrentamientos entre diferentes proyectos de país dejaron esas buenas intenciones en mero papel impreso. Los descendientes de Ignacio Ramírez, el famoso Nigromante, insisten en que su ilustre pariente, en algún momento del siglo XIX, promovió con "un gobernador" de Chihuahua libros gratuitos. Pero el libro de texto gratuito es otra cosa.
Para que funcione un proyecto público tiene que tener presupuesto, logística, alguien que lo convierta en realidad. Y, sobre todo, permanencia, certeza. Nada de que un año sí hubo para libros y al siguiente no. El México que nació de los movimientos revolucionarios hizo muchos intentos que no fructificaron. Faltaba dinero, y capacidad de operación. Hay quien recuerda libritos de lectura hechos por el gobierno de Lázaro Cárdenas. Son célebres los famosos libros verdes mandados a hacer, entre 1920 y 1921 por José Vasconcelos. Pero, o faltaba distribuirlos, o carecían de sentido pedagógico, o simplemente no alcanzaban para todos los escolares del país.
En esa primera mitad del siglo XX, el país creció. Y había ya un mercado editorial, y empresas editoras, que producían los libros de texto. Y se vendían. Y, siendo la primaria el único nivel educativo obligatorio, muchos desertaban porque no había dinero para mandarlos desayunados, o para pagar los libros necesarios, por baratos que fueran. La Secretaría de Educación Pública se limitaba, cada año, a publicar un gran desplegado, con los títulos que aprobaba, después de revisarlos, para que los alumnos los compraran. También recomendaba "libros de consulta". Pero hasta ahí. En tiempos del presidente Adolfo Ruiz Cortines, hubo un importante agarrón: los libros eran muy caros, y el gobierno federal hasta organizó un Comité Proabaratamiento de Libros de Texto, que no abarató nada. Eso sí, amenazó a los editores: o reducían los precios o el Estado tomaba por su cuenta la producción de los materiales para la educación primaria.
El secretario de Educación de Adolfo López Mateos, Jaime Torres Bodet, que llegó al edificio de la calle de Argentina, por segunda vez, a fines de 1958, traía el empeño de mejorar los planes de estudio, de mejorar las escuelas. De retomar todos los proyectos que había echado a andar en su primer paso por la SEP, los últimos tres años de la presidencia de Manuel Ávila Camacho. ¿los libros? La verdad es que no le había alcanzado ni el tiempo ni el dinero.
En 1959 las cosas fueron distintas: convenció al presidente López Mateos de que la deserción escolar se reduciría si nadie abandonaba por no tener libros en los cuales estudiar. Y eso que en el sistema político mexicano llamamos "voluntad política", hizo lo suyo, y hasta el legendario secretario de Hacienda Antonio Ortiz Mena, puso de su parte.
Pero una cosa es planear y otra muy distinta es hallar a quien pueda convertir en realidad el sueño. ¿Quién haría los libros, quién los escribiría, quién los ilustraría, dónde los imprimirían, cómo los repartirían? No la tenía sencilla Torres Bodet.
El secretario, que era un buen hombre, preguntó en varias partes, a diferentes personas. Los grandes escritores no se emocionaron con el proyecto; nadie en el gobierno tenía imprentas capaces de producir los millones de libros que pretendía el secretario. Nadie, nunca, había producido en México las toneladas de papel que se necesitaban. En suma, se comenzaba de cero.
Un caballero, escritor y periodista, le dijo a Torres Bodet que sí se podía. Que era posible. Y aún más: que, si se trabajaba todo 1959, en enero de 1960, en el inicio de clases, ya estarían entregando los libros.
Aquel caballero se llamaba Martín Luis Guzmán. Sí, el autor de La Sombra del caudillo y las Memorias de Pancho Villa. El mismo. Si Guzmán no hubiese tenido la larga experiencia de editor, librero y periodista que tenía, si no fuese entendido en cosas de tipos de papel, costos de producción, mecanismos de distribución, no hubiera podido decirle al secretario que su sueño podía convertirse en algo real.
En febrero de 1959 nacía la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos. Después de 11 meses de trabajo a un ritmo brutal, de concursos desiertos, de búsqueda de autores, de ataques en la prensa a los que Torres Bodet llamó "fuego graneado", los primeros ejemplares estuvieron listos y se entregaron en la primaria rural "Cuauhtémoc", en El Saucito, San Luis Potosí, que todavía existe. El tiraje de aquella primera oleada de libros era respetable, lo sigue siendo: 17 millones de ejemplares, en números cerrados, para alumnos de primero a cuarto año.
Esto fue solamente el principio. Desde entonces han transcurrido sesenta años no menos intensos. Por eso, ahora, lectora, lector: disfrute el puñado de imágenes, que aquí le traemos, las que vienen de los primeros libros de texto. Este viaje apenas está comenzando.


   

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